Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron en la cúspide de la Pirámide del Sol, a 66 metros de altura, la escultura de Huehuetéotl, dios viejo o del fuego, la más grande hallada hasta ahora en Teotihuacan, además de dos estelas completas de piedra verde y el fragmento de otra, que debieron decorar hace mil 500 años el templo que existió en la parte más alta de esa edificación.
Las piezas se encontraron al interior de una fosa que probablemente data de finales del siglo V o inicios del VI de nuestra era, informó ayer el INAH en un comunicado.
El templo fue destruido por los propios teotihuacanos en ese periodo, pero algunos elementos arquitectónicos, como las estelas descubiertas, se dejaron en el lugar, pues su interés era otro.
Según el arqueólogo Alejandro Sarabia, quien junto con Saburo Sugiyama, de la Universidad Provincial de Aichi, desarrolla desde 2005 el Proyecto Pirámide del Sol, la fosa fue excavada en tiempos prehispánicos para recuperar la ofrenda principal de la construcción, en un acto de desacralización y repartir su contenido en otros edificios públicos de la antigua ciudad.
Al paso del tiempo, las piezas arquitectónicas que habían quedado in situ cayeron dentro de la oquedad y ahí permanecieron durante siglos. Las recientes exploraciones en la cima de la Pirámide del Sol, las primeras en realizarse en ese sitio, representaron una oportunidad única al dejar expuestos elementos inéditos de lo que fue su templo, además de que estos recientes hallazgos, aunados al de un brasero y varios símbolos escultóricos de la ceremonia sagrada del Fuego Nuevo descubiertos sobre la plataforma adosada en 1906, podría indicar que la Pirámide del Sol fue escenario de cultos de carácter ígneo (dedicados al fuego) y de finales de ciclos calendáricos.
Para la arqueóloga Nelly Núñez, también investigadora del proyecto y responsable de las excavaciones, los hallazgos destacan por su gran formato: la escultura de Huehuetéotl (que se halló completa en su 75%) tiene 58 cm de altura y pesa casi 190 kilos.
Esta representación conserva, en un caso inédito, parte de la pigmentación original sobre los diseños geométricos en bajorrelieve. Sus brazos aparecen entrecruzados, las arrugas del rostro son poco profundas, la decoración de su brasero es atípica, porta un antifaz, además de moños, tanto en la cabeza como en el cuello.
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